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Todo empezó cuando el topo asomó la cabeza por su madriguera y le cayó aquello gordo, marrón, que se parecía a una salchicha. De mal humor, se dispuso a buscar al culpable. ¿Pudo hacerlo una paloma? ¿Tal vez una vaca? ¿Encontrará el topo finalmente a quién lo hizo?
El monstruo de colores no sabe que le pasa. Se ha hecho un lío con las emociones y ahora toca deshacer el embrollo. ¿Será capaz de poner en orden la alegría, la tristeza, la rabia, el miedo y la calma?
Círculos rojos, amarillos y azules se desdoblan, cambian de lugar, se colocan en fila, crecen incluso están a punto de caerse por el borde del libro o volar hasta desaparecer. Todo depende de lo que el niño haga, si los aprieta, los frota, sopla sobre ellos o los agita.
Es este divertido libro se rompen tópicos recreando otros puntos de vista a momentos clave de las princesas y sus cuentos tradicionales.
¿Por qué una misma característica de una persona hace que a veces nos guste y otras nos moleste? Lolo y Rita son muy distintos entre sí. Aceptar la diversidad no es siempre fácil ¿Pero quién dijo que lo iba a ser?
Un cuento sobre el valor de la diferencia. Una historia para entender la diversidad como elemento enriquecedor de nuestra sociedad.
¿De qué color será? ¿Rojo como una deliciosa salsa de tomate? No, porque también es el color de cuando estás enfadado? ¿Será verde como los cocodrilos, que siempre le han parecido tan simpáticos? Imposible, porque es el color de las verduras y ¡no le gusta comérselas!
Un entrañable cuento sobre el valor de la amistad. El lobo no contaba es que la ovejita le había cogido cariño por ayudarle tanto. Y lo peor: ¡que el también quería a la ovejita! ¿Hará el lobo al final ese guiso de oveja con el que tanto sueña? ¿Qué pasará con esta ovejita que vino a cenar?
Un libro interactivo donde el lector convierte a una rana en un príncipe al darle un beso, ayuda a un paracaidista a aterrizar al darle la vuelta al libro, y consigue que avance la barca de la Osa Paula cuando agita el libro para hacer olas.
La oruga era muy pequeña, pero tenía un hambre enorme. Así que se pasó todo este cuento comiendo, atravesando página tras página. Hasta que finalmente se convirtió, como todas las orugas, en mariposa. Un libro agujereado de verdad por la muy glotona.
¡Adivina cuánto te quiero, liebre grande! La liebre pequeña estira mucho los bracitos... ¡pero los de la liebre grande aún lo son más! Te quiero desde el suelo hasta aquí arriba, te quiero tan alto como lo que soy capaz de saltar, te quiero hasta donde mi vista me permite ver... pero la liebre más grande, siempre logra quererlo un poquito más.
¿Quién no ha soñado alguna vez con darle un mordisco a la luna? Este era el deseo de los animales de este cuento. Solo querían probar un pedacito pero, por más que se estiraban, no eran capaces de tocarla. Entonces, la tortuga tuvo una idea genial: Si te subes a mi espalda, tal vez lleguemos a la luna, le dijo al elefante.